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Paraguas bajo techo

Lo siento por el universo entero, pero ya no puedo seguir callado ante esta sempiterna injusticia urbana que clama al cielo y que llena a la humanidad toda de vergüenza inmortal. Lectores: se hace menester poner fin de inmediato al consuetudinario hábito de esos individuos que, durante las jornadas en las que pluvioso irritado contra la ciudad entera vierte de su urna un tenebroso aguacero de la puta madre, transitan con parsimonia bajo la zona techada de la vereda a pesar de la tangible portación que hacen de un descomunal paraguas que llevan amenazadoramente en ristre sobre sus altaneras cabezas y con cuya ganchuda armatoste no vacilan en atropellar, inconmovibles, los inalienables derechos que los transeúntes menos afortunados y protegidos deberían tener al techo que ellos usufructúan.

Díganme, ¿por qué los sujetos que, desprovistos de paraguas, intentan guarecerse de la inclemencia de los elementos bajo la zona de toldos y balcones deben abandonar ese natural recurso para ceder el paso a gente que, portadora de techumbre móvil, no necesita en lo absoluto de dicho refugio pero hace descarado abuso de él por encima de toda norma y legislación razonable? ¿Sobre la base de qué extraño derecho considera la gente que porta paraguas que le es lícito abalanzarse, con insólito ímpetu, sobre las humildes existencias de los desamparados y de los desprotegidos, que deben arrojarse cuerpo al agua para salvaguardar sus ojos?

Quizás lo hagan a propósito para sentirse poderosos como automovilistas ante cuyas peligrosas armaduras de vidrio y de chapa los simples mortales debemos hacernos prontamente a un lado a efectos de no morir arrollados, o quizás basen su inexplicable conducta en la consideración de que, al estar ya empapados de pies a cabeza, a los que no llevan paraguas poco debería importarles absorber un par de hectolitros de lluvia más con sus ropas.

La pregunta crucial podría formularse de dos maneras diferentes:
1. ¿Para qué llevan abierto un paraguas si caminan bajo los techos?
2. ¿Por qué caminan bajo los techos si van con un paraguas abierto?

No lo sé, pero, sea como fuere, escuchen lo que tengo para decirles: si no fuese porque todos ustedes, humanos con paraguas, cuentan con siluetas más bien petaconas que sitúan a sus enhiestos techos de lona con articulaciones de metal exactamente a la misma altura de mis ojos, me los llevaría a todos por delante y los sacaría a patada limpia del camino seco que nos pertenece por derecho a nosotros los sin techo y que ustedes, con una insensibilidad que contrasta mucho con la hipócrita ideología progre que de seguro vociferan luego tener, usurpan. Pero no canten triunfo, pues, en cuanto obtenga unas antiparras, podrán darse por perdidos: yo haré justicia en nombre de todos, y les enseñaré, del primero al último de ustedes, cuál es su legítimo lugar. Y al que se resista, le arrebataré el paraguas sin más, amparándome en mi probada calidad de víctima del sistema pluvial: así, cuando a ustedes les toque por vez primera ceder el paso a ceñudos e imperiosos paraguas y exponerse a la reciedumbre de la tormenta, comprenderán lo que hicieron padecer durante años a sus semejantes, y me concederán con premura un arrepentido perdón que no habré solicitado.

Por eso, oh lectores que se han visto más de una vez obligados a exponer sus huesos al frío de la lluvia empujados por la prepotencia de una infame legión de ciegos e insolentes paraguas ávidos de poder, es hora de que unamos nuestras fuerzas y opongamos resistencia a esta dictadura de funestos usurpadores de techumbres. ¡Acabemos de una vez con toda aquella vieja de paraguas a rayas que expulse como a un perro, de la vía techada, a cualquier niño de mojados cabellos e incipiente tos! ¡Acabemos de una vez con todo aquel mozalbete que, blandiendo el mango de su cartilaginoso paraguas, fuerce a una joven a exponer su maquillaje al corrosivo efecto del agua! ¡Es hora de decir basta! ¡Es hora de despertar! ¡Es hora de levantarse y encarar la lucha! ¡Rebelión ya! ¡Revolución ahora! ¡Apocalipsis now!

5 comentarios:

  1. Seh, cuando llueve (fenómeno loco-loco) yo junto a varios pelotudos más nos hacemos la misma pregunta mientras nos abrimos paso a poderosos codazos entre los giles aparagüados.

    LA boludez no tiene explicación satisfactoria o racional de lo contrario no seria una boludez. Puede tener una explicción boluda, si, pero eso no enmienda nada, sigue siendo lo que es pero al cuadrado.

    Ya nadie usa pilotos con capucha.

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  2. Algunos pilotos con capucha todavía se ven, aunque casi exclusivamente en los motoqueros. Y es lógico: raro sería ver a un pibe en moto llevando paraguas. Me compraría un paraguas únicamente para eso, para usarlo andando en moto. Claro que también tendría que comprarme una moto, lo cual ya vendría a complicar un poco todo... y es sabido que a la primer complicación soy de abortar por completo la idea.

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  3. A mí me fascina cuando los paraguas se dan vuelta por el viento, quedando cóncavos en vez de convexos, y el pobre portador lucha denodadamente contra la maliciosa carcajada de las ráfagas despiadadas. Si yo fuese Eolo, me complacería mucho en hacerle este tipo de jugarretas a todas las niñas y, por qué no, también a los ciudadanos respetables de canoso bigote.

    Segundo comentario a favor de las capuchas, y sí, mi foto de perfil lo dice todo: soy acérrimo partidario de las capuchas, y me agrada advertir que mi gremio sigue fuerte. Por supuesto, el sindicato de portadores de paraguas es nuestro eterno enemigo, y lo seguirá siendo siempre: nada que hacerle.

    En cuanto a la lluvia y las tormentas, me declaro totalmente a favor: no carecen de belleza, y su aterrador poder a menudo alcanza el grado de sublime.

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  4. Anónimo26/9/10

    No esperaba menos de usted. Imaginé que eran de su agrado las tormentas. Yo les tengo fobia, pánico, horror! Aún así, por lo general, no uso paraguas.

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